Ya estábamos en Malasia, Guillem
y yo , escapando de las inclemencias de los monzones de la costa oeste de
Tailandia, nos dirigíamos a la islas perhentians que se compone de dos islas la
grande con más turismo de familias y buceadores con ganas de tranquilidad y la
pequeña “kecyl” que tiene dos playas urbanizadas Coral bay y Long beach, conectadas con un
caminito de 7 minutos andando, la una
mas tranquila y la otra con más mochileros y más fiesta, no hace falta decir
donde nos dirigimos, no?
Al llegar a long beach y ver lo
limpia y transparente que estaba el agua nos quedamos maravillados, yo no
recuerdo haber visto un agua así, era como una piscina o incluso mas
transparente que algunas piscinas, las sombras de los botes hacían un efecto
óptico sobre la arena y parecía que flotasen encima de la nada, y se podía ver
el fondo del mar siempre, un espectáculo digno de mencionar.

Allí nos estaba esperando Natalia,
la catalanita de Castelldefels, que había encontrado trabajo en la isla para
sobrevivir durante mas meses viajando, ella es el ejemplo para responder a
todas esas personas que dicen “si yo pudiese, también viajaría”. Es profesora
de chikillos y ya estaba cansada de la vida en Catalunya, como tantos, y
decidió volar empezando con un voluntariado en el norte de Tailandia, allí
estuvo 3 meses y después viajó durante 1 més, lo máximo que podía con su
presupuesto, y al llegar a las perhentians pidió trabajo y a los 15 minutos de
llegar ya lo tenía, sin sueldo claro, pero con cama, dietas y bebida incluidas, para que quieres más, si no lo
necesitas. Su plan es ir después a Nueva Zelanda a trabajar y ganar un buen
sueldo por unos meses y después, seguir viajando.
Nos reencontramos, nos dimos los
abrazos y besos de bienvenida y nos dirigimos a el que fue nuestro hogar por 12
días y 11 noches. Nada más llegar,
Albert otro catalán de Castellbisbal nos saludó mientras lavábamos la ropa sucia y maloliente del clima
húmedo de Tonsay. El también está trabajando allí con las mismas condiciones
que Natalia, todo pagado y sin ningún tipo de gasto extra. Lavamos la ropa y
nos fuimos a la playa, esa agua cristalina y no muy caliente del mar de la
china meridional, nos sentó a gloria y mientras nos secábamos Natalia vino y
nos fuimos a comer, ella trabaja en uno de los bares de long beach, beach hut
se llama y empieza sobre las 5 de la tarde, así que cuando ella empezó a
trabajar, nosotros nos fuimos a jugar a voleibol el deporte rey de la isla, ya
que cada tarde se juntaba un grupito de unas 12 personas para jugar unas
partiditas, después duchita y a cenar.
Durante el día la playa estaba
llena de sombrillas y gente tumbada debajo de ellas disfrutando de un día de
playa, durante la noche cambiaban las sombrillas por mesitas bajas con velitas
y esterillas de bambú sobre la arena de la playa enfrente de los dos bares de
la playa, beach hut y Black Tip, los dos ofrecía shishas para fumar tabaco con
diferentes sabores y botellas de Monkey juice “orangután” una especie de ron
barato pero que al final sube, Vodka y una especie de licor de cereza que eso
era imbebible.

La primera noche estábamos
sentados en beach hut, cuando de repente Misha una Japonesa que trabaja allí de
dive master se nos presenta hablando en Español y nos presenta a todo su grupo
de amigos, todos trabajadores de una escuela de submarinismo, y otro Catalán
Hugo un instructor que trabaja con ella y que casualmente va bastante de fiesta
por Cerdanyola a nuestro querido Circus. Cuando nos dimos cuenta ya estábamos
bailando desenfrenadamente en el bar de al lado y volviendo de día a casa.
Jejeje
Al día siguiente nos despertó
Anne, nuestra compañera Hollandesa, vecina y amiga de Tonsay, ella había
llegado desde Tailandia para renovar la visa, ya que también iba a hacer un
voluntariado en la zona centro de Tailandia, y después de pasar juntos esos
bonitos 5 días en Tonsay decidió viajar con nosotros en Malasia. Ella también
está viajando por 1 año y acaba de empezar, aún le quedan 8 meses que envidia.
Bueno, así que a partir de ese momento nos convertimos en el clan YOLO, de
momento solo con 4 miembros, Natalia, Anne, Guillem y yo.
Los días en las perhentians eran
muy sencillos y agradables, mañanas durmiendo, tardes en la playa y noches en
las fiestas de la misma playa donde descansábamos durante la tarde. Aunque
también buceamos, yo hice 4 inmersiones, siempre con Misha mi guía preferida,
su personalidad cautivadora, su energía y su sonrisa me alegraban el día, si aún
se podía alegrar más. Fuimos a un barco hundido de 40 metros de largo, a el
Templo donde vimos bamboo sharks, sting ray, giant pofferfish y miles de
auténticos nemos que te miraban amenazadores protegiendo su anemona con toda su
familia dentro, a mi me encantaba jugar con ellos – el que me conozca sabra que
mas bien los molestaba, jijiji - . También hicimos T3 otra inmersión muy
bonita, sin tanta vida, pero con muchas rocas con las que juguetear metiéndote
por debajo intentando avistar algún gran pez. Y otro día repetí otra vez al
templo, pero las corrientes no me dejaron disfrutarlo tanto como la primera
vez.

Ya a partir de la segunda noche,
nuestro grupo los YOLO que significa “you only live once” que significa “solo
se vive una vez” empezó a crecer sustancialmente, Ibrahim un somalí que estudia
en kuala Lumpur, Quasim un sudanes-kenyata que también estudia en KL y Luca y
Jana una parejita de Alemanes que sin saberlo habíamos coincidido también en
Tonsay. Nos convertimos en un grupo inseparable, nos sentábamos siempre en la
misma sombra de la palmera donde descansábamos en long beach, jugábamos a
volei, al atardecer nos sentábamos todos en nuestra terraza del bunga
escuchando música y hablando de temas variopintos donde nos conocíamos cada vez
mas, salíamos a cenar juntos y nos sentábamos juntos en las esterillas del bar
de nuestra querida “Lady Kecyl” hasta que después de varíos monkey juices, nos
íbamos a bailar a Black Tip.
Hubieron noches de todo tipo,
noches en las que bailamos sin parar y noches más tranquilas hablando y Noches
muy emotivas, como el cumpleaños de Jana, en el que todos estábamos bastante
motivados. Lo bueno es que no hubo ninguna mala noche, eso es lo que cuenta.
Durante la semana la isla era
mucho más tranquila que durante el fin de semana que se llenaba de Malasios
venidos de todas partes del país, los locales consideran estas islas como
nosotros los catalanes consideramos Ibiza o Mallorca, lo que claro, no todo el
mundo aquí viaja como nosotros, viajan mucho menos y por menos tiempo.
De repente pasaron 11 noches y ya
teníamos que irnos, esa sensación que todo viajero conoce, se podrían describir
como una sensación nostálgica de dejar algo que has disfrutado intensamente y a
la vez la sensación excitante que te ofrece el poder descubrir algo nuevo y/o
mejor. Después de diez meses viajando cada día me gusta mas…
“solo se vive
una vez”